Obras

El peso de la pureza

2003


Dirección: Luis Ureta

Dramaturgia: Mauricio Barría

Elenco: Roxana Naranjo, Blanca Turrientes, Rolo Pulgar

Diseño Integral: Willy Ganga

Multimedia: Eduardo Cerón

Un padre con un pasado y su necesidad de vivir en estado de guerra. Una madre que no puede salir de su rol masificado de esposa, que termina por ser cómplice silente de la violencia. Una hija abusada por este padre, que crece demasiado rápido tratando de entender el encargo de su historia y es obligada a ensimismarse como única escapatoria. Un drama sobre el secreto y la confabulación, sobre el peso de la memoria y la imposibilidad del amor. Una obra que demuestra que los impulsos autoritarios siguen latentes en nuestra sociedad, aguardando aparecer, especialmente, en las situaciones más cotidianas. 

Esta obra es una alegoría de este inconsciente colectivo.

El peso de la pureza, de Mauricio Barría Jara es estrenada en el marco de la IX Muestra de Dramaturgia Nacional, en noviembre del año 2003, en el Teatro Nacional Chileno.

La obra se propuso como una alegoría de las consecuencias de la violencia dictatorial en la sociedad chilena, a partir de las reflexiones del pensador alemán Theodor Adorno, quien proponía el concepto de «personalidad autoritaria» para explicar la complicidad del pueblo alemán, frente a la barbarie del Nacional Socialismo y la agresividad sin razón sobre el otro. Aplicando esta lectura al Chile del año 2003, donde el discurso oficial insistía en que la Dictadura estaba culminada, la obra quiso insistir en las zonas de dolor latentes, en lo pendiente de una sociedad que en apariencia estaba pacificada, pero que en el fondo aún conservaba un fuerte e inconsciente núcleo de agresividad. El peso de la pureza, al tematizar el abuso sexual infantil, se adelantó, sin querer, a una cuestión que tiempo después tomaría nuestra agenda informativa.

«El peso de la pureza un sobrecogedor texto no realista de Mauricio Barría, (...) El texto lo potenció la puesta de Luis Ureta, de pulcra armonía y belleza, y sólidas actuaciones».

Pedro Labra, IX Muestra de Dramaturgia Nacional, 2003

«Con la utilización de unas líneas que remiten a lo barroco y a lo sobrecargado, la pieza cobra un sentido plenamente coherente con el contenido dramático. Y la sutileza con la que se presenta toda la escena mantiene un ritmo sensual y tenso que está presente en todo el montaje. Ambos son factores que se conjugan muy bien en la dirección, logrando un equilibrio potente entre forma y contenido».

Eduardo Miranda, diciembre 2003